viernes, 4 de septiembre de 2015

Refuerzo

La Mata

La Mata
Vivía sola, completamente sola, en un cuarto estrecho y sombrío de cabo de barrio. Sus nexos sociales no pasaban de la compra, no siempre cotidiana, de pan y combustible, en algún ventorrillo cercano; del trato con su escasa clientela, y de sus entrevistas con el terrible dueño del tugurio. Este hombre implacable la amenazaba con arrojarla a la calle, cada vez que le faltase un ochavo siquiera del semanal arrendamiento. Y, como pocas veces completaba la suma, vivía pendiente de la amenaza.
Después de ensayar con varios oficios, vino a parar en planchadora de parroquianos pobres; que para ricos no alcanzaban sus habilidades. Faltábale trabajo con frecuencia, y entonces eran los ayunos al traspaso. El hambre, con todo, no pudo lanzarla a la mendicidad.
Era uno de esos seres a quienes la rueda de la vida va empujando al rodadero, sin alcanzar a despeñarlos. Más que vieja, estaba maltrecha, averiada por la miseria y las borrascas juveniles. De aquella hermosura soberana, que vio a sus plantas tantos adoradores, no le quedaba ni un celaje. De sus haberes y preseas de los tiempos prósperos, sólo guardaba el recuerdo doloroso. De aquel naufragio no había salvado más que el cargamento de los desengaños.
Su historia, la de tantas infelices: de cualquier suburbio vino, desde niña, a servir a la ciudad; pronto se abrió al sol de la mañana aquella rosa incomparable, y... lo de siempre. ¡Pobre flor!
Dos hijos tuvo y fueron su tormento. El varón huyó de ella y se fué lejos, no bien se sintió hombrecito. Su hija, un ángel del cielo, la recogió el padre, a los primeros balbuceos, donde nunca supiese de su madre.
Ni un amigo ni una compañera le quedaban en su ocaso, a ella que los tuvo sin cuento en su cenit; ni una palabra de conmiseración a ella que oyera tantas lisonjas. Y, las pocas veces que imploró un socorro, de algún bolsillo en otros tiempos suyo, no obtuvo ni siquiera una respuesta. El desprecio de los unos, el desconocimiento de los otros, caían sobre ella como la piedra mosaica sobre la hebrea infiel. La pobre mariposa, ya ciega, sin esmaltes ni tornasoles, se recogió, en su espanto, para morir entre el polvo abrigado de la gruta.
En su anonadamiento no pensaba en el cielo ni en la tierra; no pensaba en nada que pudiera redimirla. ¡Qué iba a pensar la infeliz! Sólo sentía el hambre de la bestia que ya no puede buscarse el alimento; sólo el frío del ave enferma que no encuentra el nido.
El hambre material... ¡muy horrible, muy espantosa! Pero esta otra del corazón; esta necesidad de un ser a quién amar, con quién compartir la negra existencia; esta soledad de la vejez, no podía, no era capaz de arrostrarla.
Consiguió un gato, un gato muy hermoso. Pero los gatos, lo mismo que el amigo, huyen de las casas donde el hogar no arde. Dos veces tuvo loro, y uno y otro murieron de inanición. Su desgracia les alcanza hasta a los pobres animales. Si ella consiguiera una compañera que no comiese... pero, ¿cuándo?
Un día, al pasar por la calleja un carro con enseres de una familia en mudanza, cayó junto a su puerta un tiesto con una planta. Como se hiciera trizas, lo dejaron allí abandonado. Tomó ella la raíz, sembróla en un cacharro desfondado y lo puso en un rincón, junto a la entrada.
Antes de un año era una planta que llamaba la atención de los transeúntes. Regarla, quitarle las hojas secas, ponerle abono, era su dicha; una dicha muy grande y muy extraña. Tan extraña, que simpre recordaba a su hijita, las pocas veces que pudo peinarla y componerla. Le propusieron comprársela a muy buen precio. ¿Vender ella su mata? ¡Si le parecía que era persona como ella; que era algo suyo; que la acompañaba; que sabía lo que pensaba! su cuchitril no se le hacía ya tan triste ni tan feo. Y la pobre, autosugestionada por esta idea, ya ponía algún esmero en el aseo y arreglo del cuartucho.
La planta iba creciendo a la sombra, como si Dios la bendijese. Y Dios la bendecía, porque consolaba a un alma triste. Una día llegó un brazo hasta el dintel, otro levantó un renuevo, otro se curvó en arco. Su dueña entonces, clavó dos varas, amarró el tallo, y la guirnalda de brillante follaje y de campánulas purpúreas se fue extendiendo, pomposa y exuberante, hasta formar un dombo. Las gentes se paraban a contemplar tanta gentileza y galanura. La pobre mujer, menos cohibida, mandaba entrar a los curiosos para que viesen todo aquello. Hasta una señora muy lujosa entró un día.
Su mata la iba volviendo al trato con las gentes; le iba dando nombre. Ya no se sentía tan despreciada ni tan abatida. Como ya podían verla los extraños, no era tan descuidada en su vestido, y sacudía las paredes y aderezaba sus pobres trebejos con el primor que en la miseria quepa. Día por día iba aumentando el aseo. Tanta limpieza le atrajo más clientela y se hizo célebre en el barrio. El cuarto de María Engracia se citaba como una tacita de plata.
Una mañana entraron dos señoras a contemplar la mata. Admiradas del aspecto de aquella vivienda mísera, que la pulcritud hacía agradable, se deshicieron en elogios. Esa noche hizo lo que no hiciera desde sus tiempos de servicio: rezó a la Virgen el rosario entero. Otro día sacó de un baúl, donde se apolillaba en el olvido, un cuadrito de la Dolorosa. Colgólo sobre su cabecera y le puso un ramo, el primero que cogía de la mata. Un domingo fue a misa de alba.
Aquel espíritu, que parecía muerto, resucitaba. Tal lo entendía ella. Todo era un milagro, un milagro que le hacía nuestro Padre Jesús de Monserrate, por medio de la mata. Sí: El era. Recordó, entonces, que un domingo, en sus tiempos tormentosos, al bajar del cerro con otras compañeras, le había dejado una tarjeta, en la última estación. Recordaba todo, punto por punto; su amiga Ana, que era muy instruida y muy tremenda, tomo un lápiz y puso al pie del nombre de este modo: "Acuérdate de mí, que soy una triste pecadora". Y todo esto, que tenía olvidado por completo, ¿por qué lo recordaba ahora, como si lo estuviese presenciando? Pues, por milagro...
Al sábado siguiente se postraba ante un confesor. No fué poco el pasmo de los vecinos cuando la vieron arrodillada en el comulgatorio para recibir la Santa Forma. De ahí adelante llevó vida piadosa interior y exteriormente. La mata, más lozana y florida cada día, llegó a ser para ella un ser sobrenatural, enviado por Jesús de Monserrate para su enmienda y tutela.
Entre tanto se iba sintiendo muy enferma y quebrantada. Le daban palpitaciones con frecuencia; con frecuencia se le iba el mundo, y más de un vértigo la desvaneció en la iglesia. Presentía su fin muy próximo pero sin pena: antes bien con una dulce serenidad. ¡Si ella pudiera trasplantar su mata sobre su sepultura!
Un día llegó furioso el dueño del cuartucho. Sólo a una malvada como ella se le ocurría poner ese matorral, para tumbar el cuarto con la humedad. Si no sacaba al punto aquella ociosidad la echaba a la calle con todo y sus corotos.
Ella se pone a llorar, sin que piense ni en tocar la mata. Por la tarde torna el hombre y arremete a bastonazos contra cacharro, flores y follaje. Tira todo a la calle y hace sacar los muebles enseguida. María Engracia se desploma, presa de un síncope. De allí la llevan para el hospital. En sus delirios ve su mata frente a su cama, como el arco de triunfo para entrar al paraíso. Y al amanecer de un domingo, cae para simpre en la red infinita de la Misericordia.

1. Identifique las figuras lterarias que hay en el texto, clasifiquelas y justifique su respuesta.

jueves, 16 de julio de 2015

Poemas para la actividad del viernes.


NOCHE DE DICIEMBRE 

Noche como ésta, y contemplada a solas
No la puede sufrir mi corazón:
Da un dolor de hermosura irresistible
Un miedo profundísimo de Dios.

Ven a partir conmigo lo que siento,
Esto que abrumador desborda en mí;
Ven a hacerme finito lo infinito
Y a encarnar el angélico festín.

¡Mira ese cielo!... Es demasiado cielo
Para el ojo de insecto de un mortal
Refléjame en tus ojos un fragmento
Que yo alcance a medir y a sondear.

Un cielo que responda a mi delirio
Sin hacerme sentir mi pequeñez;
Un cielo mío, que me esté mirando
Y que tan sólo a mí mirando esté...




CANCION DEL PESCADOR

 
|
Al señor Constancio Franco V.

 
Ahí viene la luna, ahí viene,
Con su lumbre y claridad;
Ella viene y yo me voy
A pescar...
Triste vida es la del pobre
Cuando el rico goza en paz;
El pobre en el monte suda,
O en la mar.
El rico poco se esfuerza
y nunca le falta nada;
Todo lo tiene donde mora
Por demás.
El pobre no descansa nunca
Para poderse alimentar;
Hoy carece de pescado,
Luego de sal.
No sé yo la causa de esto,
Yo no sé sino aguantar
¡Esta condición tan dura
Y desgraciada...!
Ahí viene la luna, ahí viene,
A darme su claridad...
¡Su luz consuela las penas
De mi amada!

jueves, 7 de mayo de 2015

Tomás Carrasquilla Naranjo

         Autobiografía















Este servidor de vosotros nació, ha más de once lustros sin que hubiera anunciado el grande acontecimiento ningún signo misterioso ni en el cielo ni en la tierra. Fue ello en Santodomingo, un poblachón encaramado en unos riscos de Antioquia. Según unos, se parece a un nido de águila; según otros, a un taburete. Opto por el asiento. En todo caso, es un pueblo de tres efes, como dicen allá mismo: feo, frío y faldudo.
Mis padres eran entre pobres y acaudalados, entre labriegos y señorones y más blancos que el Rey de las Españas, al decir de mis cuatro abuelos. Todos ellos eran gentes patriarcales., muy temerosas de Dios y muy buenos vecinos.
Como querían que fuera doctor y lumbrera, me pusieron, desde chico hasta grande, en cuanto colegio hubo por esas cordilleras. ¡Pobres viejos!
Fue mi primer maestro "El Tullido", por antonomasia, protagonista, luego, de algún cuento mío. 
Parece que esos mis primeros pasos en la carrera de la sabiduría me imprimieron carácter desde entonces, porque en ninguna parte aprendí nada. La indolencia, la pereza y algo más de los pecados capitales, a quienes siempre he rendido ardiente culto, no me dejaban tiempo para estudiar cosa alguna ni hacer nada en formalidad. Mas, por allá en esas Batuecas de Dios, a falta de otra cosa peor en qué ocuparse, se lee muchísimo. En casa de mis padres, en casa de mis allegados, había no pocos libros y bastantes lectores. Pues ahí me tenéis a mí, libro en mano a toda hora, en la quietud aldeana de mi casa. Seguí leyendo y creo que en el hoyo donde me entierren habré de leerme la biblioteca de la muerte, donde debe estar concentrada la esencia toda del saber hondo. He leído de cuanto hay, bueno y malo, sagrado y profano, lícito y prohibido, sin método, sin plan ni objetivos determinados, por puro pasatiempo. De aquí que sea casi tan ignorante como el tullido consabido. Lo que tengo en la cabeza es un matalotaje caótico de hojarasca, viruta y cucarachas. 
Cualquier día me dio por escribir, sin intención de publicar; y ahí emborronaba mis cuartillas, lo mismo que ahora o menos mal, acaso; pues creo que en vez de adelantar retrocedo en el tal embeleco literario. A nadie le contaba de mis escribanías. Ni siquiera a mi familia. Pero como la gente todo lo husmea y el diablo todo lo añasca, el día menos pensado recibí una nota por la cual se me nombraba miembro de un centro literario que dirigía en Medellín Carlos E. Restrepo en persona. Acepté la galantería, y como fuera obligación, une qua non, producir algo para ese círculo, farfullé Simón el Mago, para los socios solamen­te, según rezaba el reglamento. Pero Carióse, que desde mozo la ha puesto muy cansona y por lo alto, determinó modificar la constitución y echar libro de todas nuestras literaturas. Acepta-dísima fue por el publiquito antioqueño la miscelánea aquella. Allí salió mi relato, con seudónimo, por supuesto. 
¡Y malón fue el que yo me levanté con todo y anagrama! ... Por eso descubrieron quién era el incógnito principiante.
Tratábase una noche en dicho centro de si había o no había en Antioquia materia novelable. Todos opinaron que no, menos Carióse y el suscrito. Con tanto calor sostuvimos el parecer, que todos se pasaron a nuestro partido; todos a una diputamos al propio presidente como el llamado para el asunto. Pero Carióse resolvió que no era él sino yo. Yo le obedecí, porque hay gentes que nacen para mandar.
Una vez en la quietud arcadiana de mi parroquia, mientras los aguaceros se desataban y la tormenta repercutía, escribí un mamotreto, allá en las reconditeces de mi cuartucho. No pensé tampoco en publicarlo: quería probar, solamente, que puede hacerse novela sobre el terna más vulgar y cotidiano.
El manuscrito fue leído por gentes competentes, que lo en­contraron bien. De él se publicaron varios fragmentos. Cons­treñido luego por amigos y parientes, resolví sacarlo a la calle, en la seguridad de que nadie lo leería y de que echaba al río el valor de la edición. No resultó así: el líbraco fue leído, comentado, y se vendió muy pronto. ¡No fue ni gracia! Encontré aquí padrinos muy buenos e influyentes, que me lo ampararon antes y después de su salida. Entre ellos, Diego y Rafael Uribe, José A. Silva, Laureano García Ortiz, Jorge Roa, Antonio José Restrepo, Mariano y Pedro Nel Ospina y los redactores de la Revista Gris. Don Rafael María Merchán y don José Manuel Marroquín, que leyeron todo el manuscrito, encontraron aquello poco menos que detestable. Tal es la historia de Frutos de mi tierra. 
Casi estoy de acuerdo con estos dos maestros. En verdad que a esa obrilla, por más que haya gustado, le concedo muy poco mérito artístico. De tener alguno, será, probablemente, como documento literario, por ser ésa la primera novela prosaica que se ha escrito en Colombia, tomada directamente del natural, sin idealizar en nada la realidad de la vida. Y digo que la pri­mera, porque Manuela, si muy hermosa, meritoria y realista, es más bien un estudio de costumbres que de caracteres, amén de estar inconclusa. 
Después he publicado tres novelas extensas, varias cortas, al­gunos cuentos y muchísimas chilindrinas, a guisa de crónicas, que llaman ahora. El año pasado publiqué en El Espectador de Medellín, una serie de cuadros rústicos y urbanos, alternados, con el título de Dominicales, que por ser enteramente regionales, agradaron bastante en esas Beocias. 
Nada de lo que he publicado, fuera de Salve, Regina, me pare­ce bueno. Mal podría parecerme: tengo idea altísima del arte, muy baja de mis facultades, y conozco los grandes autores. Si he publicado y publico, es porque me pagan, y no muy mal, relativamente. Soy, pues, una pluma alquilada y como a tal se me debe apreciar. 
Al cuarto poder tengo qué agradecerle. Verdad que algunas veces, por rencillas o antipatías personales, o por rivalidades del oficio, o porque así lo merezco, se me ha tomado el pelo, a pesar de mi calvicie; se me ha insultado y hasta se han escrito libelos contra mí; pero también se me han prodigado muchí­simos elogios, que estoy muy lejos de merecer. Si agradezco lo uno no me quejo de lo otro, ni por ello me amilano. Quien le salga al público, en cualquier campo, está expuesto a todo. Debe tener, por ende, el valor y la sangre fría que para ello se requiere. 
La labor del novelista que quiera reflejar en su obra la vida ambiente, es de suyo agria y espinosa; mayormente en ciudades reducidas. La maledicencia, que a todos nos enferma, encuentra en cada novela de esta índole amplio campo para sus lucubraciones. Y es lo hermoso del caso que nadie se fija en los personajes buenos o elevados de una ficción novelesca, para buscarles el original en la vida real y efectiva; pero no se trate de algún tipo malvado o ridículo, porque al punto vemos en él la vera effigies de Zutano o de Fulana, y a cada cual nos faltan pies para correrle con el enredo. Con frecuencia ni los conoce el autor. Pero ¡vaya usted a probarles que no! El lector está siempre más enterado que el autor. Los odios, las enemistades, el rompimiento de vínculos dulces que estas suspicacias ocasionan al pobre novelista, no las compensan ni lauros ni dinero. Lo digo con harta experiencia. Mas no me quejo, tampoco, ni pretendo hacerme víctima del arte. No es la mía para tanto, ni puedo ser hostia, ni mis condiciones personales ni mis circunstancias son para esperar consideraciones de ninguna especie. Poco importa: por un amigo enajenado surgen otros; cuando unos se van, otros vienen; porque la vida es un hacer y deshacer que nunca cesa. Y, puesto que existen enemistades y odios, será porque la misma armonía de la vida lo necesita y lo impone.
No tengo, en formalidad, ninguna obra inédita; pues no pue­den llamarse tal unos papelorios fragmentarios y embrionarios, que ni sé dónde están ni qué contienen. Acaso los haya perdido del todo. No hacen falta: mis manuscritos, que son unos mapamundis, de nada sirven; lo poco que les puedo descifrar, lo cambio por completo. 
El de Medellín por dentro, que muchos han visto y del cual han leído capítulos enteros; ese horror donde figuran, con sus pelos y señales, todas las maldades de nuestra capital de provincia, sólo existe en la imaginación creadora de algunos Horneros. Ni soy yo, tampoco, el inventor de tal título: es de otro novelador antioqueño. Me cumple decir aquí que sólo he tomado modelos verdaderos, cuando sirven a mis planes personas de alma bella y elevada. Bien así como se publican en cualquier revista los retratos de damas notables y hermosas. Aquí se me ha instado, se me han dado datos, se me han ofrecido los que quiera, para que escriba una novela de la alta sociedad. No haré tal, pro­bablemente. Las clases altas y civilizadas son más o menos lo mismo en toda tierra de garbanzos. No constituyen, por tanto, el carácter diferencial de una nación o región determinada. Ese expolíente habrá de buscarse en la clase media, si no en el pueblo. Tampoco es Bogotá para conocerse a las primeras de cambio; es ciudad muy complicada, que necesita largo estudio. Y yo, ni he vivido en ella ni puedo escribir por referencias: necesito la documentación personal.  
No quiero tampoco, con la polvareda que levantan siempre obras de esa índole, granjearme la animadversión de una sociedad que tanto quiero y de quien he recibido tantas finezas, tan inmerecidas como cordiales. No lo extraño. La buena bandera acoge y guarda la más exigua mercancía.
No tengo escuelas ni autores predilectos. Como a cualquier hijo de vecino, me gusta lo bueno en cualquier ramo. Diré, sí, porque a los colombianos nos atañe, que, en mi pobre concepto, puede gloriarse nuestra Patria de tener el primer prosista y el segundo lírico de esta lengua castellana. Me refiero al Indio Uribe y a José A. Silva.
Tomás Carrasquilla
Bogotá, 15 de noviembre de 1915
La precedente página autobiográfica la envió el Maestro a El Grá­fico de Bogotá, después de la negativa que le dio de un reportaje a alguno de los redactores de dicha revista. - N.C.
Fuente:
Carrasquilla, Tomás. Obras completas. Editorial Bedout, tomo 1, Medellín, 1958, pp. xxv-xxvn.

martes, 28 de abril de 2015

LA LITERATURA DE LA CONQUISTA Y LA COLONIA



LA LITERATURA DE LA CONQUISTA Y LA COLONIA

La literatura escrita en Colombia se inicia en el ciclo de fundaciones de ciudades a partir de 1510, con los primeros textos que informaban sobre el descubrimiento de los nuevos territorios: los diarios de viaje, las crónicas, de Indias y los bestiarios.
La conquista y colonización contribuyeron al surgimiento de nuevas manifestaciones artísticas y literarias producto del mestizaje cultural. Las primeras obras literarias escritas en nuestro territorio fueron diarios, crónicas y bestiarios.
Los diarios de la Conquista: eran frecuentes los diarios de viajes, en los cuales se narraban con detalle aventuras en los lugares descubiertos.
Las crónicas de Indias: estos documentos narraban cronológicamente todo lo que sucedía en América (naturaleza, costumbres, hazañas, etc.) con el fin de mantener informada la Corona. Entre los cronistas más destacados en nuestro territorio están:
-    Gonzalo Fernández de Oviedo: Historia general y natural de las Indias, islas y tierras fimes del mar océano y Sumario.
- Fray Pedro de Aguado: Recopilación historial.
- Fray Pedro Simón: Noticias historiales de las conquistas de tierra firme en las Indias Occidentales.
- Juan de Castellanos: Elegías de varones ilustres de Indias.
- Gonzalo Jiménez de Quesada: Compendio historial de las conquistas del Nuevo Reino de Granada.
- Lucas Fernández de Piedrahita: Historia general de las conquistas del Nuevo Reino de Granada.
LA NARRATIVA DE LA COLONIA
El género más destacado durante la colonia es el narrativo, con crónicas que dan cuenta de acontecimientos habituales, tradiciones y hechos del nuevo continente. Además, aparecen autores con amplia formación que producen un cambio en las formas de escritura y en las temáticas.
Las obras literarias narrativas fueron mucho más elaboradas en esta época que en la conquista. Además de atender a descripciones y percepciones, tenían objetivos evangelizadores y didácticos.

EJEMPLOS DE LOS TEXTOS NARRATIVOS DE LA COLONIA

Crónica: Las lagunas de Tota y Guatavita.
La de tota, puesta en lo más levantado de un páramo, tiene 6 lagunas en contrario forman un círculo perfecto, tan profunda que apenas puede sondarla el arte, sus aguas claras y suaves son de color verde-mar en el centro, inquietanse a la manera golfo, y de continuo hacer en las orillas batería ruidosa que el océano en las arenas. Refierese de ella que a tiempos descubre un pez negro con la cabeza a manera de buey, y mayor que una ballena quesada dice que en sus tiempos, lo afirmaban personas de gran crédito y los indios decían que era el demonio.
La laguna de guatavita tan celebrada por los tesoros que los antiguos caciques, depositaron en las aguas ofrendas que hacían como a dios que adoraban aunque al presente muy menos cabada la riqueza por la violencia con que tiene despojada la industria.

Bestiario: Alicanto.
El alicanto es una criatura mitológica de desierto de la región de Atacama perteneciente a la mitología chilena. Es un ave de un tamaño que va desde mediano a enorme, con una belleza mágica.
Posee grandes alas de color metálico, una delicada cabeza como a de un cisne, el pico encorvado y patas alargadas con grandes garras. Sus alas brillan durante la noche con hermosos metálicos colores, sus ojos despiden extraños fulgores y cuando vuela realiza un elegante vuelo luminoso y su cuerpo no proyecta sombra alguna sobre la tierra.
Es un ave mágica que puede que puede traer suerte a los mineros, ya que habitarían en pequeñas cuevas entre los cerros minerales del desierto; alimentándose de oro y plata. Esta mágica ave que solo aparece de noche. Una vez se alimenta de oro y plata se dirige a su nido y pone huevos de estos minerales.

Diario de viaje. Día 13 de octubre de 1492
Porque nos tuviesen mucha amistad, porque me doy cuenta que eran gente que mejor se convertiría a nuestra fe católica, con amor y no por la fuerza les di a algunos de ellos unos bonetes colorados y unas cuentas de vidrio que se ponían en el pescuezo, y otras muchas cosas de poco valor, con que se pusieron contentos […]
(los indios)
Después venían nadando a las barcas donde estábamos y traían papagayos e hilos de algodón que entregaban a cambio de cualquier cosa que se les diera.
Todos tomaban y daban de aquello que tenían de buena voluntad.
Más me pareció que era gente muy pobre […] Yo estaba contento y trataba de averiguar si traían oro.



    

miércoles, 18 de marzo de 2015

Actividad Muiscas.



  1. ¿Quiénes son las padres de la humanidad?
  2. ¿Quién es Bochica?
  3. ¿En qué se transformo Chiminigagua?
  4. ¿Quié es Chía?
  5. ¿Qué animales iluminaban la tierra?
  6. ¿Quién esclavizo a los Muiscas?
  7. ¿Qué hizo Chibchacum para castigar a los Muiscas?
  8. ¿Por qué Chibchacum castigo a los Muiscas?
  9. ¿Qué hizo Bochica para salvar a los Muiscas?
  10. ¿Qué le enseño Bochica a los Muiscas?
  11. Elabora un mapa conceptual de la literatura precolombina.

domingo, 1 de marzo de 2015

Mitos y leyendas colombianas.



MITOS Y LEYENDAS DEL AMAZONAS

La creación


La explicación del origen del pueblo de los Ticunas, llamados “Pieles negras” por sus vecinos debido a que así pintaban sus cuerpos en las ceremonias dedicadas a sus dioses o sus protectores de clan, narra que Yuche, quien vivía desde siempre en el mundo, en compañía de las perdices, los paujiles, los monos y los grillos, había visto envejecer la tierra. A través de estos animales, se daba cuenta de que el mundo vivía y que la vida era tiempo y que el tiempo... era muerte.
No existía en la tierra sitio más bello que aquel donde Yuche vivía; era una pequeña choza en un claro de la selva, muy cerca de un arroyo enmarcado en playas de arena fina. Todo era tibio allí, ni el calor ni la lluvia entorpecían la belleza de aquel lugar. Dicen que nadie ha visto el sitio pero los Ticunas esperan ir allí algún día.

Un día Yuche fue a bañarse al arroyo como de costumbre. Llegó a la orilla y se introdujo en el agua hasta que estuvo enteramente sumergido. Al lavarse la cara se inclinó hacia adelante mirándose en el espejo del agua; por primera vez notó que había envejecido.

Al verse viejo se entristeció profundamente. “Estoy ya viejo... sólo!. Oh, si muero la tierra quedará más sola todavía”. Apesadumbrado, despaciosamente emprendió el regreso a su choza. El susurro de la selva y el canto de las aves lo embriagaban de infinita melancolía.

Por el camino sintió un dolor en la rodilla como si le hubiera picado un animal. Sin darse cuenta, pensó que había podido ser una avispa y comenzó a sentir que un pesado sopor lo invadía. Siguió caminando con dificultad y al llegar a la choza se recostó quedándose dormido. Tuvo un largo sueño; soñó que entre más soñaba más se envejecía y más débil se ponía y que de su cuerpo agónico se proyectaban otros seres. Despertó muy tarde al día siguiente y quiso levantarse pero el dolor se lo impidió.

Entonces se miró la rodilla y notó que la tenía hinchada y transparente. Le pareció que algo en su interior se movía; al acercar más los ojos vio con sorpresa, allá en el fondo, dos seres minúsculos que trabajaban y se puso a observarlos.

Las figuras eran de un hombre y una mujer, el hombre templaba un arco y la mujer tejía un chinchorro. Yuche les preguntó: “¿Quienes son ustedes? ¿Cómo llegaron ahí?” Los seres levantaron la cabeza, lo miraron pero no dijeron nada, siguieron trabajando. Al no obtener respuesta hizo un máximo esfuerzo para ponerse de pié, pero cayo en tierra.

Al golpearse la rodilla contra el suelo, salieron de allí los dos pequeños seres que empezaron a crecer mientras él moría.

Los primeros Ticunas se quedaron un tiempo allí, donde tuvieron muchos hijos y más tarde se marcharon porque querían conocer más tierras. Muchos Ticunas han buscado ese lugar pero ninguno lo ha encontrado. Algunos dicen que es en el Brasil, en una quebrada que desemboca en el río Yavarí.


El árbol de Agua Grande

Esta es la historia del principio del mundo, cuando la creación estaba incompleta, cuando no había agua, ni luz, ni hombre para que al menos cuidara de las cosas del mundo. Solo estaban la tierra, el cielo, algunos animales y frutas por conocer. Era una confusión, la oscuridad sobre la tierra dependía de un árbol inmenso que la cubría.

Así fue que llegó el momento en que Yoí, el primer padre existente en la tierra, reflexionara para dar y poner fin a las cosas. De esta manera habló a su hermano Ipí, pero éste era muy pícaro y todo lo que su hermano mayor decía, lo contradecía a pesar de que fuera su única compañía en la tierra.

El cielo estaba cubierto de oscuridad. Yoí llamó a su hermano y dijo “Vamos a coger todas las frutas existentes en la tierra y llamamos a los animales existentes para convocarles que vamos a tumbar este árbol inmenso llamado Lupuna”

Entonces todos los animales existentes sobre la tierra comenzaron a picar, morder y raspar el árbol. Toda una multitud de animales que ya existían en la tierra estaban a punto de tumbar el árbol. Sin embargo, Yoi e Ipí se sorprendieron porque aún no lo conseguían. Entonces Yoí mandó a llamar a las dos especies de ardillas que existían en el mundo. Mandó subir a la ardilla golosa hasta el final del árbol para ver por qué no quería caer. La pequeña ardilla no consiguió llegar hasta la cima del árbol, solo pudo llegar hasta la mitad.

Entonces Yoí mandó subir a la otra especie de ardilla, que era la ardilla trepadora. Esta ardilla sí pudo trepar hasta la cepa del árbol y descubrió la razón de la sorpresa de Yoí e Ipí. Bajó enseguida y le dijo a Yoí que era un mico perezoso que con las manos tenía agarrado el cielo y con los pies tenia agarrada la copa del árbol y era por eso que no quería caer.

Yoí mandó nuevamente a la ardilla trepadora a la cima del árbol con ají para echarle al mico perezoso. Ella llegó hasta la cepa del árbol, le echó el ají en la boca al mico perezoso pero no le hizo nada. La ardilla volvió a bajar y dijo que el ají no le hacía nada al mico.

Entonces volvió a subir con unas hormigas pequeñas que en la zona se conocen como “twnw”, cuya picadura es muy fuerte. La ardilla llegó y esparció las hormigas en el cuerpo del mico. El dolor de las picaduras de las hormigas hizo que el mico perezoso fuera soltando el árbol que sostenía hasta que al fin lo hizo.

Este árbol cayó sobre el mundo formando relámpagos, truenos y haciendo brotar aguas. Un inmenso caudal se formó del tronco dando origen al río Amazonas y de las ramas se fueron formando las lagunas y afluentes.

Fue tanta la alegría de Yoí que se metió al agua y a medida que las gotas lo salpicaban fue convirtiéndose en una multitud de peces que llenaron los ríos. Entonces Ipí notó su soledad y vio que sobre el agua flotaba el corazón del árbol. Por curiosidad lo cogió, lo plantó y cuidó con mucho cariño estando siempre pendiente de él. Luego de algún tiempo se lo comió y sintió algo maravilloso, al botar la semilla vino una señorita muy hermosa y le dijo que lo quería mucho. En adelante, Ipí la consideró como su mujer. Esta fue la primera pareja que existió en el mundo.

Yoí volvió a la tierra donde su hermano Ipí que ya tenía esposa, pero al llegar, la esposa de Ipí desapareció y Yoí se sintió solo y triste. Un día se fue al puerto y se sentó a la orilla del río cuando de pronto se le apareció una joven muy hermosa que se quedó con él. Yoí consiguió pareja mientras su hermano se quedó solo de nuevo.

Yoí pensó en organizar todos los seres que había creado y organizarlos por clanes.

Yoí e Ipí estaban juntos cuando se les apareció una iguana. Yoí la mato y enseguida la cocinaron. Cuando estuvo preparada Yoí la repartió entre todos los animales creados por él. Cuando la iba repartiendo a cada animal iba mencionando el clan al que pertenecía: el muchilero, la garza, el tigre, la guacamaya, el tucán, la garza negra, la hormiga, el canangucho, en total catorce clanes. Así mismo instruyó a cada uno sobre con quién podía casarse dejando bien claro que por ejemplo, guacamaya con garza no se podía, al ser unión de dos plumas, pero que guacamaya con tigre, no era ningún problema, pues era piel con plumas. También estableció que los hijos heredarían el clan de su padre y pronunciando estas palabras volvió al tronco del palo y al río más grande, el río Amazonas.

MITOS Y LEYENDAS DE BOYACA

 

Furatena, Reina del País de los Muzos

El dios Are creó a Fura y Tena, padres de la humanidad. Are se detuvo a las orillas del sagrado río Carare y de un puñado de tierra formó los ídolos: Fura, mujer y Tena, hombre, que luego arrojó a la corriente, en donde, purificado por la espuma, tomaron aliento y vida; fueron los primeros seres del linaje humano. Are les señaló los límites de sus dominios, los secretos de la agricultura, la alfarería y estrategias militares, y también les dio normas de salud y de vida, y les inculcó la libertad sin limite alguno.

Zarbi, hombre de ojos azules y barba rubia, apareció por el occidente, en busca de una flor privilegiada y milagrosa, cuyo perfume aliviaba todos los dolores y sus esencias curaban todas las enfermedades; recorría las montañas, cruzaba los ríos, trepaba los árboles y esperaba la aurora en los más altos picachos, para escrutar en vano por todas partes la planta que ostentaba tan codiciada flor. Después de vagar muchos días, convencido de la inutilidad de su empeño, acudió a Fura en la esperanza de obtener su apoyo para descubrir la flor. Fura, bella y seductora, lo acompañó a la montaña. Pronto el sentimiento de Fura se transformo en amor y en infidelidad. Informado Tena, el esposo burlado, se suicidó y junto con Fura se convirtieron en dos peñascos, separados por el río Zarbi o minero. Las lágrimas de Fura, la esposa infiel, se transformaron en esmeraldas, que se esconden en las cordilleras, y en hermosas mariposas. Itoco, el hijo de Fura y Tena, también se convirtió en un peñasco esmeraldifero, el más rico de todos.

El Cerro Mayor (Fura) mide 625 metros sobre el río, de los cuales 100 son una línea perpendicular, determinándose desde este limite a la cúspide una ligera inclinación hacia atrás sin mas vegetación que algunos arbustos. El Cerro Menor (Tena) mide 380 metros de abertura en lo alto y 30 en lo bajo, por donde se precipita el minero encajonado y ruidoso. Capas rectas y casi a plomo, de sisto arcilloso y pizarra constituyen uno que otro peñón, que lavados por los fuertes aguaceros dejan al descubierto las puntas y arista agudas que les dan la extraña apariencia que los hace tan nobles. Al pie de estos gigantes la figura del hombre desaparece en su pequeñez, y sólo la majestuosa serranía de que son apéndices y que se alza a 3.253 metros, sin transición de valles ni cuestas podría disminuir la grandeza del efecto que no ser por esto produciría la Furatena con su aspecto importante y la desnudes de sus rocas contrastando con el espeso y vigoroso bosque de los cerros vecinos.


Bochica

bochica.jpgO Nemqueteba, el dios civilizador chibcha, representado en un anciano de cabellera blanca y lenguas barbas que llevaba un bordón de macana en mano y adornos de una cruz. Bochica enseño a los chibchas a hilar, tejer mantas, pintar las telas, elaborar la cerámica y predicó los preceptos morales, sociales y políticos. Gámeza fue el primer pueblo chibcha que brindó hospitalidad a Bochica. Después de su obra de predicación y enseñanzas útiles al pueblo chibcha, Bochica desapareció en Iza, después de haberse establecido en Sogamoso, que desde entonces se convirtió en la ciudad sagrada de los chibchas, quienes anualmente hacían sus fiestas para celebrar la venida de Bochica.

El Pozo de Donato

Se dice que es un pozo sin fondo en el que los indígenas lanzaron todo su oro a la llegada de los que buscaban el tesoro de El Dorado. Los españoles “encontraron el sobrino del Zaque Michúa, el señor Quimuinchatoca fuertemente protegido; él mismo formaba custodiadas sus habitaciones por servidores que se paseaban por lo largo del resplandeciente cercado, ya que los numerosos cintillos de oro vibraban y daban visos con los rayos el sol. Ricamente vestido y adornado se encontraba el soberano: su estatua elevada, contextura atlética y desagradable rostro le imprimían carácter”.
“¿Dónde ocultáis el oro y las piedras esmeralda? El Zaque mostrabase impasible ante las insistentes preguntas, lo que apresuraba la contrariedad de los extranjeros, quienes cada minuto se rodeaban más, confiados en sus espada y soldados que montaban guardia en diferentes sitios. Mientras dentro del poblado con la complicidad de la noche, fardos y petacas eran pasados de mano en mano y arrojados al pozo, que según la leyenda precolombina, se formo con parte de la chicha que salió de olla en aquella discusión entre Faravita y Noncetá.
La fábula referente al riquísimo pozo fue tomando fuerza, despertando la codicia de un señor Donato, de origen europeo, quien recurrió tanto a maquinaria como a trabajadores para el desagüe del laguito, sin hallar el tesoro; trabajos estériles en el piso deleznable de este nacimiento de agua. Ahí continua el pozo con sus misterios, su sonrisa de monalisa y sus esbeltos juncales. “Cayó el pozo al de Donato” se dice en Tunja cuando algún valor es dado en calidad de préstamo, pero sin obtener su devolución. Se dice también que desde el fondo, si es que lo tiene, parte un inmenso lingote, que pasa por los predios de la universidad (la UPTC), se dirige por la rotonda con su figura de piedra recordatoria de Aquiminzaque y su amada Uliam, sube por el sector de Maldonado y el puente de San Francisco, ensanchase en la Plaza de Bolívar y termina en la catedral de San Santiago”.

Pájaro Caxin

Cuando un cometa arde en el cielo, es un pájaro que toma esa forma, el cual es invadido por Auxizuc llamado Caxin (matador con macana). Éste va al cielo porque el cometa se enoja y viene a hacerles la guerra a los hombres, tomando por instrumento medianero del castigo aquella ave que viene a destruir y secar las sementeras, y que aquel Caxin trae orden de matar con la macana muchos Panches. Los rayos de la cola o cabeza del cometa son plumas y pelos de pájaro. Para calmar su furia ayunan quince días, al término de los cuales arman en sus labranzas unas redes de hilo para enredar y cazar el cometa, y para hacer con él lo que de ellos él quería hacer.

Mitos y leyendas del Quindío

EL FOMAGATA


Es un perverso personaje de la mitología colombina, descrito como un ser feo, zoomorfo, con un solo ojo, cuatro orejas y rabo, con funciones de demonio, malgeniado y cruel; también cuentan que había sido castrado y que tenía una fuerza similar a la de Hércules.

Estuvo gobernado por el terror durante cien años y al morir exhaló una nube hedionda que cubrió toda la tierra, marchitó las flores y apestó las mismas fieras. Se dice que este "dios borrachín" se divertía escondiendo los ríos debajo de la tierra y cierto día se devoró tres luceros, por lo que los dioses se enojaron. Luego de ello se escondió en las nubes, pero Quemuenchatocha, el dios del aire, lo derribó de una bofetada y no pudo escapar a su castigo.

LEYENDAS DE LOS ZENUES


EL CAIMAN DE ORO

El caimán de oro es la leyenda más conocida de la región.
Cuenta que existe  un caimán de oro que protege al resguardo indígena Zenú ya que este es el dios de los indios.
Para cuidar su pueblo los primeros pobladores lo enterraron en un rio subterráneo que cruza por debajo del resguardo que saliendo de la ciénaga de Betancí, llegó hasta nuestro territorio.
El caimán tiene la cola en el centro de Tofeme, el pecho le queda en San Andrés, una de las patas delanteras llega a Sampués y la otra a Palmito, mientras que las traseras una llega a Ciénaga de Oro y la otra a Chimá.
Al sacar al caimán se hunde todo el resguardo de San Andrés de Sotavento.
A ello se debe que el plato típico de los habitantes del resguardo indígena de San Andrés de Sotavento sea el revoltillo de babilla, ya que este es un reptil descendente de la familia del caimán.
Según la leyenda nuestros antepasados acostumbraban comerse a sus dioses para que el pueblo se mantuviera eternamente.


EL BORRACHO

En cierto lugar del resguardo indígena de San Andrés de Sotavento, salía un aparato, una luz o cualquier otra cosa que atemorizaba a las personas. Una noche iba un borracho pasando por el sitio, cuando de pronto escuchó un quejido y éste sin ningún temor le pregunto:
-¿De esta o de la otra?
La voz le respondió profundamente:
-¡De la otra!
-¿Qué quieres? Le pregunta el borracho
Pero cuando éste se acerca sigilosamente encontró un esqueleto. Fue tanta la rabia que le dio al borracho, que cogió un pedazo de plancha y se le tiró al esqueleto, destrozándolo en pedazos, los cuales a medida que iban cayendo al suelo se iban convirtiendo en trocitos de oro.
El borracho recogió uno por uno los pedazos de oro y cuentan que quedó con un gran tesoro convirtiéndose en un hombre muy rico.

EL FANTASMA DE MI PUEBLO

No había luz eléctrica en el pueblo. Todos los habitantes se acostaban temprano; a altas horas de la noche salió Fabián a recorrer el poblado llevando un atuendo que dejaba arrastrar una larga cola, ésta producía un gran estruendo. En poco tiempo se difundió a lo largo y ancho de la población que un aparato rondaba las calles del pueblo.
Unos borrachos que se encontraban en un sitio les causó curiosidad al ver que hacia ellos se acercaba el fantasma; se quedaron callados y el aparato cruzó sin determinarlos. Estos se llenaron de ánimos, lo persiguieron muy cerca hasta que llegó a una casa y llamó; allí los borrachos identificaron la voz de la persona que vestía semejante atuendo.
Al día siguiente apareció una nueva noticia que corría de boca en boca: que no existía ningún fantasma, que el que asustaba a la gente era Fabián, que se ponía un buzo de cuero para meterse en la casa de Lola la fandanguera.

CREACIÓN ZENÚ


en el principio del mundo todavia no se conocia la luz, en el resguardo todo era oscuridad y frio, eso, fue asi como la noche más larga de la historia de la humanidad. Estas tierras permanecian humedas y en ellas no se concebian ninguna reproducción o desarrollo de los seres vivos. No habia astros, ni plantas, ni animales; aqui no existia ningún atractivo en estos primeros tiempos. Todo estaba absolutamente en silencio. Aun no habia gente en el resguardo. Dicen los ZENUES que los únicos y primeros seres que cohabitaban en estas tierras eran los dioces MEXIÓN Y MANEXCA. Mexión el indio hermoso como el sol y manexca la mujer de un solo seno y la más bella de todas las mujeres.

Los dioses MEXIÓN Y MANEXCA fueron los creadores  de la naturaleza de la raza humana, es decir, de los primeros hombres que vivieron en el Gran zenú, de esta pareja HOMBRES Y MUJER nacieron sus Tuchínzunga, Sajú, Panaguá, Colosiná, Pinchorroy, Momy, Tolú, Orica, Chimá, Mapurincé, Morroy, Sampuí, Chinchelejo, Mochá, Chalé y Colosó, siendo estos dos ultimos hermanos inseparables y guerreros; además tio y padre del indio BACTAZÁ. Juntos con todos ellos llegaron los animales y los arboles; esto transcurrió durante mucho tiempo, para alcanzar la perfección de su obra marabilloza, pero este mundo seguia osuro, sin luz olamente en las tinieblas permanecian MEXIÓN Y MANEXCA con sus hijos.





Más tarde, decidió MEXION poblar las diversas zonas de la región del zenú y para esto tomó y colocó a sus hijos,a cada uno, en partes distintas y distantes geográficamente.Entonces,para iluminar todo aquel globo oscuro,MEXIÓN se sirvió de su propio hijo y lo mandó al cielo y se convirtió en NINHA,el sol,iluminando la tierra de las tinieblas.Una vez que la tierra se calentó se volvió completamente dura y esta parte seca la llamó RESGUARDO y las aguas las dividió llevándoselas a sus hijos ORICA Y TOLÚ formando inmensos espejos de agua dulce y saladas.Desde entonces,existe la luz,esa fue la primera luz.comensaron a crecer y reproducirse los animales y plantas, se levantaron las lomas y los cerros,apareciendo los ríos,las quebradas y los arroyos por donde corren las aguas.



La gente que hiba apareciendo y poblando la primera tierra,era descendiente de la generación de los dioses MEXIÓN Y MANEXCA y era gente sabia.Algunos de ellos modelaban tinajas,múcuras,platos,vasijas y mucho objetos de barro y de oro,otros trenzaban las fibras blandas y duras como la iraca,la caña flecha,la enea y el bejuco.Muchos se dedicaron al cultivo de la YUCA Y DEL MAÍZ,y eran sabios por que dentro de ellos vinieron médicos tradicionales e ingenieros hidráulicos.MEXIÓN a cada uno de sus hijos le habia dotado de inteligencia para que desarrollara un arte en su respectivas zonas.


MEXIÓN habia creado la tierra, con sus plantas, animales, aguas y sabanas, pero la gente seguia trabajando por largo tiempo sin parar, bajo la luz y el calor que NINHAles irradiaba desde lo más alto; la gnte ya estaba cansada y por eso sus hijos sedieron al padre en solicitud de ayuda y pronta solución. MEXIÓN estaba feliz por toda su creación y deseaba que sus seres estuvieran contentos. Entonces mandó a NINHA a descansar por algunas horas y éste cayó en un profundo sueño y mientras dormia se acabó la luz y tod nuevamente se oscureció y ésta fue l primera noche. De inmediato subió MEXIÓN misteriosamente al cielo y se convirtió en THI, la luna. Entonces comparte con su hijo NINHA la maravillosa labor de prodigar luz alos indigenas y al mundo, uno lo realisa por l dia y el otro por lanoche. Desde entonces, los nativos descendientes de MEXIÓN Y MANEXCA quedaron del todo felices de su ayuda y por siempre vivieron agradecidos. por eso realizaban fiestas maratónicas amenizadas con chicha en homenaje del dios NINHA y de THI y en algunas ceremonias ofrecían niños y niñas al sol y la luna, además, antes de llevarlos al ritual del bautismo y a la danza de la pelazón eran llamados NINHA-THI. Hoy en la cultura indígena Zenú NINHA-THI corresponde a la divinidad bisexual, que representa al hombre y la mujer Zenú. Así. lo explica la mitología Tradicional sinuana, que el simbolo de la mujer es la luna y el simbolo del hombre es el sol.

Asi fué como apareció la luz, la naturaleza y los pimeros nativos del resguardo, según lño recuerdan lo zenúes, es decir, el pueblo de San Andres de Sotavento y Tuchin..

http://andjorgeedizenu.blogspot.com/
La Leyenda del Caiman de Oro

Dado que LA BABILLA O CAIMÁN FUCUS era junto con la hicotea los animales principales de esa cultura anfibia, pues los encontraban en todas partes y constituyeron, la base de su alimentación animal,  1.-(Dolmatoff)   2.cultura anfibia hombre hicotea (Fals- B..orda) aparece la leyenda del Caimán, este según los antiguos describía con su contorno esquemático las poblaciones zenúes. En efecto Betancí estaba señalada en la Cola del Animal, su pata trasera derecha en Ciénaga de Oro, la Izquierda en San José de caita-Orika, (hoy Lorica- Momíl) su mano delantera izquierda en  Sincelejo, Palmitos Sucre y su mano delantera derecho en Chinú -Sampués, Sahagún- agregamos a esta leyenda, algo que le falta para ser completa, la garganta, cabeza del animal que apuntan hasta la desembocadura del MAGDALENA en terrenos del bajo Bolívar hasta el canal del dique, en línea recta con sus afiladas colmillos.
El resto de la leyenda, de que el caimán se encontraba debajo de la Iglesia de San Andrés,  no tiene nada de verosímil, puesto que la Iglesia para esa fecha no estaba construida, y una leyenda auténticamente indígena, nada tiene que ver con una institución representativa de la cultura religiosa Europea.






Leyenda de La Marquesita

En la historia de la iniciación del municipio de San Marcos se hace necesario hablar de una mujer de gran temple en su carácter, decisión de mando y belleza, cuyo nombre era Isabel Madariaga, a quien apodaban Marquesita.

Cuentan que su hacienda poseía tantos vacunos, que en la construcción de los corrales y cuadras se empleaban centenares de pieles de buey, con notable beneficio para los bejucos silvestres; dicen que convertía en novillos cada binde o comején de la hacienda, con solo darles una patada.
Su pasatiempo consistía en criar palomas, y eran tantas las que tenía que en las  mañanas y por las tardes se oscurecía el cielo con su ida y venida.

Su riqueza era tan grande que cuando sacaban las monedas de oro y plata para lavarlas, daba un aspecto fantástico a los patios y corrales de la hacienda, ya que los discos metálicos eran puestos al sol para su secado, bajo la vigilancia de sus sirvientes más leales.
Cuando murió hubo una gran conmoción en su hacienda, el ganado comenzó a bramar y a arremolinarse, las palomas levantaron vuelo y los animales domésticos huyeron al monte. Al final, sus ganados emprendieron un viaje interminable guiados por un canto de vaquería sobrenatural y eran tantos, que sus miles de pezuñas hundieron la tierra fangosa labrando un canelón, lecho por donde hoy corre el caño Carate.

Leyenda del Corcovao de Tofeme
Desde la orilla del río San Jorge se alcanza a ver por las mañanas despejadas o después de fuertes lluvias la sombra azul del cerro del Corcovao. Según la tradición, dicen que allí vive el Mocán -guerreo-Tofán o Tofeme, ñato y tuerto de tanto guerrear, ya que viejo lo pusieron a vigilar al enemigo en lo más alto del cerro, debajo del árbol de totumo de oro que nadie puede coger, porque se pierde en la manigua.

Tofeme es bueno porque además de conducir lauras y águilas que van a desovar al cerro, cuando se fastidia de vivir solo entra en ira y desata tempestades e inundaciones cada 12 años, pero cuando ve aproximarse un enemigo, truena con voz ronca y suelta relámpagos en seco. ¡Tronó Corcovao! Gritaban los indios y salían a esconderse a una isla flotante, que nadie jamás ha conocido. Hoy día los habitantes de las cercanías al río San Jorge siguen creyendo en él y cuando suena Corcovao no salen a esconderse como los indios, sino que se apresuran a preparar las fértiles tierras para sus cultivos y la madera para los posibles tambos, porque tras los truenos vienen las lluvias.

El encanto de la ciénaga de Pajaral

 La ciénaga de Pajaral era muy honda y turbulenta; en los meses de verano aparecía hace mucho tiempo un bagre grande, el cual varios arponeros se dispusieron a cazarlo, llegando pescadores de todas partes, pero los que llegaban a darle con el arpón, éste rechinaba, no le entraba y en el mes de agosto se veía una vaca negra y cachona comiendo en medio de la ciénaga, lo cual era imposible ya que la ciénaga era muy honda.
En esta misma ciénaga, Joselito Álvarez salía en la madrugada para atarrayar; cuando él tiró la atarraya oyó que otro también la tiraba, pero no lo vio en el momento, después volvió a mirar, y vio que era un esqueleto humano el que lo estaba acompañando en su labor de pesca, fue tanto el susto que se perdió a su regreso, apareciendo a los dos días sonámbulo y todo harapiento.

Duendecillo mohán

Es un indiecito duende que caracolea a las personas al pie del odio y cuando están dormidas les corta el sueño hasta el fastidio; algunos dicen que es un niño porque han visto sus huellas en las orillas de los caños del río San Jorge, y porque al pie de la cama de quienes molesta, le han regado ceniza para que deje pintada las huellas de sus piecitos.

La única forma de retirarlo de su molestadera y fregadera, es mandarlo a buscar agua al mar en un catabre; pues él trata de traerla, pero el agua se le pierde antes de llegar y regresa nuevamente a buscarla, hasta no traerla nunca.



El fantasma de Juan Lara

Es un espíritu burlón que aparece de vereda en vereda y de pueblo en pueblo, enamorado de alguna muchacha a quien asedia hasta enloquecerla. Si no es correspondido, empieza a hacerle la guerra lanzando piedras en los techos con risotadas que se oyen en el aire, las cuales no se sabe de dónde vienen; se cree que en vida debió ser un hombre libidinoso, que por algún pecado sexual pudo ser condenado a vagar libre de enamorarse, pero con la desdicha de no ser correspondido y de no poseer pretendientes.

Cuentan que en Caimito asedió a una bella mujer casada, a quien tiraba regalos y piedras preciosas, pero al ser rechazado y repudiado pasó a odiarla, a tal punto que cada hijo que la señora iba teniendo no se lo dejaba criar.

En la vereda de Platero, muy cerca de Caimito y de San Marcos, se dedicó a una niña de rubios cabellos, a quien puso al borde de la locura y pudo salvarse del caso porque sus padres la llevaron a San Marcos para que el cura la exorcizara, tras lo cual fue retirado el espíritu.

Juan Lara también hizo aparición cerca de San Marcos en la vereda de San Felipe. Allí se enamoró de una muchacha de cabellos rubios y ojos verdes, también le tiraba flores, piedras preciosas y regalos. La muchacha, al no ceder a sus deseos, empezó arañándole el rostro y luego todo el cuerpo, con pellizcos y chupones, por último hasta provocó el incendio de su casa. La muchacha y su familia tuvieron que irse a vivir a Santa Inés.


  
El Negro Chirino


Su origen proviene desde la fundación de San Marcos. Dicha fundación, primero como hato o hacienda de ganado con el sugestivo nombre “Hato Mayor de San Marcos del Carete”, correspondió indudablemente al capitán don Juan de Zabaleta en los últimos años del siglo XVIII, pues, sabido es que el 14 de septiembre de 1706, fueron inventariadas las tierras con sus ganados vacunos y caballerías y con sus esclavos debido a la muerte del capitán. Chirino, como negro cimarrón, adquirió mucha fama, después de su muerte se fue reencarnando con el mismo apodado en individuos especiales, bravos, apuestos, osados y hasta toreros, como el último, cuyo nombre de pila era Manuel Guerra Pinto. Una de sus hazañas fue en la época de la violencia, al liberar 409 personas que iban a ser quemadas vivas. El 12 de abril de 1997 desapareció, asesinado vilmente a palos en un fandango en el corregimiento de Cuenca – San Marcos.

Tal vez por envidiosos, porque en dichas fiestas había hecho faenas doblegando toros por los cuernos. Después por estas razones se habla todavía con respeto y admiración del Negro Chirino. Todos los moradores del San Jorge están a la expectativa de conocer el nuevo Chirino.


El espanto del cementerio

Hace mucho tiempo, en Las Flores, una mujer vestida de blanco que caminaba de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba por el callejón que conduce al cementerio, los que la vieron decían que no pisaba sobre la tierra sino que andaba por el aire; una noche un muchacho de apellido Cardoso se dispuso a descubrir qué era. Primero se emborrachó porque dijo: “Me la voy a coger borracho”, cuando seguía a su casa se acordó del espanto y se dispuso a descubrirlo, cuando la encontró caminó hacia ella y el espanto hizo lo mismo, cuando el muchacho se dio cuenta que no era nada bueno salió corriendo y antes de llegar a su casa se tropezó y cayó en una zanja, allí lo alcanzo el espanto y lo mordió todo, dejándolo negro. El muchacho iba vestido de blanco, pero después del suceso el vestido ni siquiera se ensucio, el muchacho murió y el espanto nunca más salió.


Leyenda del Animero

Personaje mítico que existe en el sur de Bolívar en límites con el departamento de Sucre, desde fines del siglo XIII, especialmente en la Villa de Mompóx, tierra de aborígenes declarada patrimonio cultural de la región. Cuentan sus moradores que en las noches en la calle del Barrio Arriba se escuchaba el murmullo y voz melancólica de un hombre que rezaba el padre nuestro por el descanso de las almas en pena: El Animero, quien infundió temor y desolación en el pueblo; solamente una mujer incrédula tuvo una vela que se convirtió en un hueso, enfermándola y llevándola hasta la muerte, suceso que trascendió en la región como una leyenda que vive en lo más recóndito de sus habitantes.




El Muerto Alegre.

Otro rito funerario en Córdoba tiene por nombre "Muerto alegre". Se inicia con una rara petición que hace el enfermo ya en estado agónico. Pide que lo entierren muerto alegre. El hijo mayor se encarga de cumplir esta solicitud. Va a la carpintería y ordena que le confeccionen un cajón especial. La madera usada en la construcción de la caja mortuoria debe ser curada. Las tablas de los laterales deben ser de distinto grosor para que al ser golpeadas emitan sonidos diferentes.
Llegado el momento del entierro el difunto es introducido en la caja aprisionando su cuerpo desde los hombros hasta los pies mediante trapos o cuñas de balso. Solamente la cabeza del cadáver quedará libre de obstáculo para que en el bamboleo, golpee los laterales de la caja.
Cumplido lo anterior los cargadores del muerto inician la marcha hacia el cementerio. Sus pasos serán irregulares, como cojeando, ya de un lado, ya del otro, para que la cabeza del muerto, en forma sincopado, tamborilee alegremente en los laterales del cajón. El público que ve pasar el entierro y oye estos golpes, exclama: ¡Ahí va un muerto alegre!


La aguja del muerto

No es más que una simple aguja que con mucho sigilo se hunde en el talón de un enfermo en estado agónico. Al momento de expirar preguntará: “¿para qué la quieres?” y se contesta: “para enamorar”. Se saca la aguja del talón y se envuelve en un algodón impregnado con agua bendita.

El poseedor la usará dando puntadas en el aire cerca de la mujer pretendida, y ésta, al momento, enloquecerá por él.


El encanto de Tofeme

Me contaba mi abuelita que en el cerro Tofeme sucedían muchas cosas  fantásticas y  misteriosa  una de ella es que un cazador andaba detras de una manada de zainos y llego hasta la cima del cerro. Cuando de pronto observó una gran agua con arena brillante como el sol. En la cúspide del cerro, el cazador se acercó y pudo ver varios caimanes en la orilla,entonces como no había podido  matar ni un zaino, se dispuso a disparar a uno de los caimanes.

Después de hacerlo lo descueró y tomó sólo una paleta de animal. Cuando llegó a su casa le dijo a su mujer lo sucedido y sacó de la mochila la paleta del caimán para ahumarla y hacer un revoltillo pero fue tanta su sorpresa, que al sacar el pedazo de paleta de la mochila estaba convertido en puro oro.

Como la ambición rompe el saco, el cazador sin avisarle a nadie, para no compartir el gran tesoro; madrugó al día siguiente llevándose la sorpresa que en el sitio habían  desaparecido los caimanes y la laguna.
En otra ocasión, el mismo cazador volvió a intentar otra cacería y llegó hasta el cerro en busca de guartinajas, pero no logró encontrarlas. Subió nuevamente a la cima y encontró una hermosa mata de ají cargada de frutos maduros. Más adelante vio un palo de totuma grande, ya con su mochila llena y sus totumas se dispusieron a regresar a su casa, resultaba nuevamente en la mata de ají y de totumo. Por más daba vueltas y tomaba el camino de regreso a su casa, resultaba en el mismo sitio. Esto se repitió todo el día sin poder encontrar el camino de retorno.  Ya muy cansado con la mochila de ají y los totumos, se deshizo de ellos y tomando su machete, destaponó un totumo y sacó una totuma. Anochecía y cansado de tanto caminar en el mismo sitio, hizo un último intento por tomar el camino de retorno a su casa, sorprendido porque ahora no se volvió  a extraviar  y llegó derechito a su casa. 

Al contar a su mujer lo sucedido, le entregó los totumos para que viera el tamaño de las totumas, cual sería  su sorpresa y la de su mujer al encontrar en la mochila  varios ajíes estrujados y las totumas todas convertido en oro. El cazador  no volvió más al cerro.